martes, 5 de octubre de 2010

Copán Ruinas, en Honduras






En el occidente de Honduras, a 14 kilómetros de Guatemala, Copán Ruinas es una de esas villas armoniosas de calles empedradas, casas de adobe y techos de teja enmarcado en una explosión de verdes intensos. Desde hace años, miles de turistas encuentran en este pueblo, entre las mastodónticas montañas de Honduras, un oasis de cultura antigua y naturaleza soberbia.


Ianire Molero, Ocholeguas, El Mundo


Muchos lo consideran el 'París del mundo Maya en Centroamérica' por la majestuosidad de sus vestigios arqueológicos, albergados a un kilómetro del centro, y nombrados por la UNESCO Patrimonio Arqueológico de la Humanidad en 1980. La explosión de verdes intensos y las hojas de plátano envuelven como una capa salvaje la mirada calma de los viajeros, que descansan en alguno de los cafés de madera que salpican con elegancia la villa, en armonía con los edificios de adobe, teñidos con cal de colores y cubiertos por teja roja.
Emanan de Copán pruebas constantes de que estamos lejos de la bulliciosa capital hondureña. Los locales se cruzan con los forasteros e intercambian frases como si fueran vecinos. O como si una vez pisada Copán Ruinas, ya fuera imposible escapar de esa energía de antigua civilización ancestral que pulveriza el pueblo a unos metros de distancia.
Es imposible escapar de la energía que emana de las ruinas de esta civilización ancestral a sólo unos metros de Copán pueblo
Los grupos de artesanos originarios del valle de Copán se reúnen en una de las arterias principales junto a las tiendas de orfebrería y cerámica lenca, una cultura prehispánica que habitó la región antes incluso de la presencia de los mayas, en 1.500 a.C. Al lado de este tramo de cerámicas mayas y lencas, está la plaza central que tutela el pueblo a través de sus arterias. Igual de concurrida que las calles, la plaza es una escenografía natural de costumbres copanecas: venta de frutas, maíz, chile, ayote y frijol.
También de la plática perenne de sus nativos, que organizan coloquios bajo sus sombreros de junco, los tradicionales de los campesinos hondureños. Sus charlas se mezclan con la vocería del mercado, coloreado con un naranja claro que recuerda al salmón de las ciudades coloniales centroamericanas.

Ancestros en modernidad

Sin embargo, Copán Ruinas, fundado como municipio en 1893, no guarda una herencia sólida de la conquista española. Tampoco sus edificios, construidos durante la primera década del siglo XX. Este territorio no fue un centro de la colonia, que prefirió asentarse en ciudades cercanas como Santa Rosa de Copán, capital del valle, o Antigua, en Guatemala. Por eso, algunas de sus edificaciones principales, como la Iglesia o el Museo de Arqueología, ubicado en la Plaza, no guardan un fuerte legado hispánico.
A pie o en moto taxi, miles de visitantes llegan a esta fuente de información única para el amante de lo precolombino
Muy cerca, los capítulos perdidos de la historia americana hechizan a cualquier viajero curtido. A pie o en moto taxi, miles de visitantes llegan a las ruinas de la antigua ciudad maya, la más artística del imperio y una fuente de información única para el amante de lo precolombino. El verde vehemente sobre el que descansan las construcciones, su amplitud o el silencio interrumpido por los truenos que anuncian tormenta hacen que los recelosos sientan la absorción de este de viaje a solas con la cultura milenaria.
«Parece que en ningún tiempo pudo haber, en tan bárbaro ingenio como tienen los naturales de aquella provincia, edificios de tanta arte y sintuosidad. Es la ribera de un hermoso río y hay montes que parecen haber sido hechos a mano». Fueron las palabras escritas de Diego de Palacios, un inspector de la Corte de España, que en 1576 envió una carta al rey Felipe II para anunciar su tropiezo con los vestigios.

El Parque Arqueológico

Al entrar al parque, en uno de los senderos, aletean mariposas que reencarnan a los guerreros mayas, dicen. Las ruinas de la ciudad se organizan en torno al grupo principal, con la Acrópolis y la Gran Plaza, y dos áreas residenciales, el Bosque y las Sepulturas. En el centro de la Acrópolis está el Templo 16, el monumento más alto de Copán, dedicado a los sacrificios y a la guerra. También a la veneración de los reyes mayas que protagonizaron la secuencia dinástica de la ciudad, iniciada por K´inich Yax K´uk´ Mo´, en 426 d. C. Al sur está el que muchos consideran el monumento más importante, la Escalinata Jeroglífica, por su texto de símbolos que describe la historia de la ciudad.
De regreso al pueblo, si aún no ha anochecido, el viajero puede aprovechar alguno de los senderos montañosos del valle de Copán y pasear a caballo. Puede llegar hasta la Hacienda de San Lucas y pasar allí la noche, un refugio familiar anclado en la montaña y un imprescindible para los holgados de tiempo. Ha sido restaurada recientemente como lo hacían los mayas, con adobe hecho a mano y secado al sol. Se puede, además, disfrutar de una cocina tradicional y visitar cafetales, ruinas más allá del parque o aldeas aledañas que reviven la tradición maya chortí.

4 comentarios:

  1. Desculpe ma creo che la segunda foto en este apgina no es de Copan ma es el sitio de Palenque en Mexico (de santhiago@alice.it)
    Antonio

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  2. No confunda las fotos de Palenque, Chiapas, México (ver la segunda foto) con las de Copán, Honduras.
    Un chiapaneco.

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