lunes, 17 de agosto de 2009

El Alentejo, un Portugal lleno de secretos





Enrique Sancho, La Razón-
Contemplando las interminables planicies en las que se pierde la vista, la inmensa llanura sólo poblada por trigales dorados ondeando al viento parece como si aquí, en el Alentejo portugués, sólo hubiera habido eso desde el comienzo de los tiempos: tranquilidad, paz, silencio, nada… Y, sin embargo, estas tierras vieron a hombres primitivos que levantaron sus piedras al sol en forma de dólmenes, que manifestaron su espiritualidad con pinturas en las cuevas, que construyeron monumentos a sus dioses y acueductos para sus gentes, que elevaron castillos y murallas para defenderse de los invasores árabes o de sus no siempre pacíficos vecinos los españoles.
Hoy, sin embargo, esos vecinos son los más asiduos visitantes de estas tierras más allá del Tajo (de ahí viene su nombre), que sorprenden con su toque particular y distinto. Tal vez porque se empeña en conservar esa idea de Portugal alejada del progreso y la modernidad, fiel a sus esencias en las que la fuerza de la tierra marca el tiempo.
Si se entra por el norte, la primera parada es Portalegre. Los siglos XVII y XVIII dejaron en la ciudad un fuerte carácter barroco que aún se conserva en los monumentos, como la iglesia de San Lourenço, y en las casas palaciegas de las que el Palacio Amarelo o el Palacio Achioli son ejemplos notables.

Dormir en una Pousada
A sólo 30 kilómetros está Crato, donde destacan sus dos fortalezas, ambas pertenecientes a los caballeros de la Orden de Malta. Hay que visitar las fuentes del Monasterio y del Álamo, del siglo XV, y la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves. Pero sobre todo vale la pena hacer una parada en uno de sus castillos, hoy convertido en una de las más bellas Pousadas de Portugal.
Más al sur llama la atención Estremoz. Dominada por el castillo con sus murallas medievales y la antigua ciudadela del siglo XIII, en esta ciudad no faltan lugares de interés, como la capilla de la Reina Santa Isabel o la parte antigua de la ciudad, con sus puertas medievales.
Recortada en el ancho horizonte se encuentra una de las ciudades imprescindibles de Portugal: Évora, con un centro histórico de calles laberínticas, plazas inundadas de luz, fuentes del Renacimiento, patios moriscos, portales góticos, miradores y murallas medievales. Es el eco de las memorias históricas de más de dos mil años.
Desde Évora, vale la pena hacer un pequeño quiebro en dirección a España. A poca distancia, protegida por el castillo del siglo XIV, aparece asentada como un nido de águila amurallado Monsaraz. Este patrimonio nacional de pizarra y cal revela en su pequeña dimensión una gran coherencia arquitectónica y cultural que traslada al viajero a la Edad Media. Llegando al final del recorrido, aparece Beja, con su imponente castillo del siglo XIII que se conserva en perfecto estado y permite recorrer todo su perímetro y subir a su torre, desde la que se divisa la meseta del Bajo Alentejo. Todo un espectáculo para la vista.


- Dónde dormir. La red de Pousadas de Portugal combina alojamientos históricos y servicios de lujo. Teléfono: 902 336 363.

- Más información. Turismo de Alentejo (+351 269 498 680) y www.visitportugal.com.

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